Los contenedores IBC son depósitos con una capacidad máxima que ronda los 1.000 litros, aunque puedes ser fabricados desde los 500 a los 3.000 litros. Y se denominan así por sus siglas en inglés Intermediate Bulk Container. También se les conoce como contenedores GRG, en este caso por sus siglas Gran Recipiente a Granel.
Estos contenedores IBC son fabricados con materiales plásticos y generalmente reforzados y protegidos por una estructura de metal llamada burbuja, así como con un palet en la base para facilitar movimientos y manipulación mediante la maquinaria adecuada, normalmente carretilla elevadora o traspaleta. En cuanto al material plástico utilizado, puede ser rígido, flexible o compuesto.
Su diseño está basado en un estándar, son apilables y su formato facilita tanto la carga como el almacenaje, su llenado y vaciado.
¿Para qué sirve un contenedor IBC?
Los contenedores IBC están diseñados para almacenar y transportar, de manera rápida, cómoda y segura, una gran cantidad de sustancias líquidas a granel, entre las que se incluyen el agua potable, si los materiales de fabricación se ajustan a la normativa vigente.
Son muy demandados en la industria alimentaria y química, si bien también son utilizados en el sector agrícola para el transporte de abonos, bioestimulantes agrícolas, biofertilizantes y demás sustancias para la agronutrición.
Por las características del material utilizado en la fabricación de los contenedores IBC, algunos son capaces de permanecer mucho tiempo bajo la lluvia y resistir la incidencia solar, aunque lo recomendable es que se ubiquen en espacios cubiertos y protegidos para evitar que se altere el producto que contiene.
Estos contenedores IBC se pueden emplear muchas veces, aunque una vez finalizada su visa útil, pueden ser reciclables y de hecho, son recogidos por AEVAE para darles un tratamiento medioambiental correcto y proteger así el medioambiente, a la vez de contribuir con una economía circular efectiva.